


Los pedantes y altisonantes plañideros profesionales del mundo tertuliano tdt/prensa en general, osan tildar, a grito pelado ellos tan finos, de telebasura a sus competidores de la telerealidad 24 h. Y se quedan tan chiribitas en los ojos. Justifican semejante salida de tono, vanidosa y presumida, en que, según su hipertrofia egocéntrica, ellos son creadores/ opinadores/ promueven la sana critica/ educan, mientras que los otros hacen sólo basura sin ningún valor. Pues de eso, nada.
Sí, sí, tenemos claro que la porquería mayor es la de esos opinadores profesionales de estupideces, omni-conniventes con el politicastro y con la impulsiva venta de periódicos que, básicamente, se dedican a compendiar la estupidez de ese mundillo endogámico... Esa es la bazofia de verdad. La de los jactanciosos y enchufados al poder político/mediático que tanto detestamos. Siendo la telerealidad muchas veces insoportable, sin duda, lo que la salva es su falta de ínfulas. Pretendiendo entretener y distraer, con mejor o peor gusto, con mejores o peores artes, es lo que hace. Nada más, y se ve o no se ve, a escondidas o sin tapujos. Quien se entretiene, bien, y quien se aburre, cambia e igual de bien. Moralina más bien poca, no como los otros estupendos.


Ya os he aburrido otras veces con la cínica realidad de todos los ávidos consumidores de periódicos, vosotros y nosotros, idiotas e insolentes que mareamos al personal con eso de informarnos de lo que pasa y alimentar nuestro espíritu crítico, cuando, realmente, lo que hacemos es escuchar las tonterías que queremos oír, redundar en el complejo, acariciar nuestras orejotas, siempre leyendo la hoja parroquial adscrita a nuestra secta, demonizando, por supuesto, la hoja parroquial de la secta rival. Patético.

No tengáis ninguna duda, el nivel de una persona, su valía y categoría de fondo, se puede medir, sin temor a equivocarse, en base a su relación con la prensa, pongamos, la escrita. El ávido y diario lector de periódicos, que no deja pasar las jugosas páginas de ¿opinión? y política, que las repasa izquierda derecha arriba abajo, es, en un 90% de los casos, un pobre descerebrado que dará su vida por la secta a la que pertenece, cuyos líderes, por supuesto, se toman a coña al pobre payaso. Quien sólo echa un vistazo por aquí, otro por allá, y se fija, tal vez, en cuántos goles marcó su equipo en el partido de anoche, seguramente tendrá la cabeza mucho mejor amueblada que el otro y, sin duda, más vida. El otro, lo sabéis bien, autoafirmará su estulticia diciendo que su vecino de periódico es un ignorante que sólo lee los deportes. Ni que decir tiene que quien no coge un periódico más que para limpiarse el trasero cuando está de acampada en el monte es un ser muy superior a la media. Yo diría que clarividente.
Volviendo a la facilidad con que los opinadores profesionales de estupideces tildan de basura a la telerealidad, la cosa resulta de risa, atacante. Ni se dan cuenta, los pobres, que mientras los encargados de la telebasura, haciendo programas muchas veces impresentables, pero sin moralizaciones baratas, y yendo a lo suyo, que manda carallo, no llaman ignorante a quien no ve sus programas, para gustos colores, que los vea quien quiera, por su lado, los de la prensa política, tan cultos, ecuánimes e inteligentes ellos, se parapetan, llaman ignorante a quien no lee periódicos, disminuido psíquico/radical peligroso a quien no se interesa por la política, basura a programas de otra índole y comemierdas o carroñeros a quienes los podamos ver. Y sigo, os imagináis a los del otro día, a Franz K. o Ingmar B., Jimi H. o Friedrich N. viendo a diario las increíbles tertulias. O repasando las páginas de ¿opinión? de la bazofia escrita… Pero no sólo semejantes fenómenos, os imagináis a cualquier persona con algo de vida en su cabeza tomándose en serio y enganchado al diario maratón prensa/político/tertuliano.
La única manera en que se puede seguir semejante aluvión de tonterías a diario es como si fuera lo que tanto critican estos palurdos, usando su florido léxico: telebasura o telerealidad, un reality de la estupidez absoluta, previsible y ramplona. Wrestling neuronal plano. Así la cosa tiene un pase, hasta puede distraer un ratito, aunque a años luz del tomate.

La única manera en que se puede seguir semejante aluvión de tonterías a diario es como si fuera lo que tanto critican estos palurdos, usando su florido léxico: telebasura o telerealidad, un reality de la estupidez absoluta, previsible y ramplona. Wrestling neuronal plano. Así la cosa tiene un pase, hasta puede distraer un ratito, aunque a años luz del tomate.
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