jueves, 30 de abril de 2009

Qué cloaca (siguiente, por favor)

A raíz de la última entrega dedicada al Coloso Wallace, presa de la emoción, me descolgaba con una pedante y atrofiada promesa:

“Ya os anuncio que, ante lo bochornoso que resulta eso de criticar en otros lo mismo que se manifiesta en nosotros aún en mayor medida, me preparo para dedicarle una entrada a nuestra cultura (qué pedante osadía), que, a pesar de que es una camaleónica imitación del modelo imperante americano, básicamente solo es capaz de imitar lo que de vulgar, simplista y masificado caracteriza a dicho modelo, perdiéndose por el contrario lo mejor del mismo. En resumidas cuentas, lo peor del modelo americano se da aquí en mayores proporciones, tanto cualitativas como cuantitativas, que al otro lado del charco. Sin embargo, lo mejor de allá, aquí brilla por su ausencia… oxígeno, por favor.”

Ante tan presuntuosa majadería, claro ejemplo del contraproducente e impulsivo tirarpalante que sigo en esto del Diarioprueba, la cosa no pintaba nada bien. En qué berenjenales me había metido!!... Mejor sería olvidarse del asunto, que, por otro lado, desprende un insoportable tufo a absoluta frivolidad por mi parte.

A modo de inevitable penitencia por semejante chorrada me impuse la metafórica contrición de volver sobre mis pasos y martirizarme un poco ante el penoso panorama que el insigne comentario me ofrecía. Y mientras que con el recuerdo de lo dicho y escrito tenía la certeza de estar ante una evidente tontería, fue dedicarle un minuto estos días para tener clarísimo que me había quedado muy corto, no con lo de que fuera una tontería, sino con el comentario en sí. Realmente no pintamos nada...

Pensemos por un momento en la capacidad que ciertos individuos, profundos conocedores de la materia que sea (deporte, música, etc.), tienen para detectar en un momento la potencialidad del sujeto de que se trate. La claridad y seguridad con la que en dos segundos les oiremos sentenciar: éste vale o promete y éste otro no tiene nada que hacer o decir. Por no hablar del elevado grado de aciertos de estos cazatalentos. Si el sujeto a examinar fuese nuestra sociedad (agrupada en estado/s, nación/es, federación/es, según sensibilidades, pero en resumidas cuentas: entre los pirineos y Gibraltar y quitando Portugal) y la materia a examinar o valorar fuese nuestra capacidad/potencial artístico-creativo en general, oiríamos un estruendoso: siguiente, por favor. Como en el casting de OT.

Dejemos atrás glorias pasadas (sin duda apabullantes, como para sacar pecho) y chorradas del estilo de que el castellano es el motor de una comunidad de 400 millones de hablantes, de que somos un mega Lobby y no sé cuentas estupideces más. O que somos un crisol de nacionalidades históricas y sensibilidades diversas que nos convierten casi en un pueblo elegido y demás blablabla.

Sandeces. El nervio, la independencia, la libertad, el idealismo, la desprotección y ausencia de tutelajes a todos los niveles, y mil cosas más, fundamentales todas ellas para tener algo que decir, aquí no se dan ni por asomo. Es más, batimos records históricos en conservadurismo, entumecimiento e hiper- acomodación. Y esto con independencia de memeces del estilo de votar a la izquierda o a la derecha, o estar o no comprometidos con no sé qué causa o ONG. Simples auto justificaciones de poltrona, bagatelas insignificantes.

Pensemos que somos el director de casting del Operación Triunfo que busca la sociedad/colectividad/nación que prometa más a la hora de ser motor artístico/cultural (vaya estupidez, no hay duda, pero qué más da si es para darnos un poco de caña). Espesos nubarrones se ciernen ante nuestra candidatura… sospecho que el jurado nos va a tomar de coña:

- La media de edad de abandono del hogar paterno/materno deja a uno temblando. Así con todo, lo que más me acojona de esta tendencia rancia, retrógrada y endogámica, ya de por si clarificadora, es que la justificación de la misma sea económica (qué cinismo morrocotudo), aquí, en pleno primer mundo anegado de abundancia, cuando un chileno o un senegalés, un maorí o un camboyano, están a los dieciocho años fuera de casa viviendo “su” vida. Pa pegarse un tiro, vamos.

- El pánico total e irredento, miedo insuperable, a todo aquello que no sea la supra-comodidad económica, con la consubstancial sacralización del utilitarismo, de las oposiciones y de las subvenciones y subsidios, y el inevitable canje de criterios personales e individuales por dogmas partidarios y colectivos. Somos miedosos hasta la apoplejía cerebral.

- La metástasis político-pedigüeña que todo lo inunda, incluida la creación artística. Mal van las cosas cuando el arte vive de la subvención. Arte subvencionado: oxímoron de campeonato. (Si Borges o Wallace levantaran la cabeza, a esto del “arte subvencionado” le dedicarían uno de los mejores libros que uno pueda imaginar. Acto seguido los fusilarían. Por cierto, antes de matarse, DFWallace tuvo tiempo para explicarle a actorzuelos y cutredirectores que eso de “actuar con naturalidad” es otro chirriante oxímoron. De risa) Una cosa es la filantropía que determinados mecenas ejercen de manera gratuita y desinteresada, y cosa muy distinta es el subvencionismo del poder político, hambriento siempre de contrapartidas y servilismo, mecanismo de censura a veces subliminal y otras, burdo.

- El estado de bienestar, maravilloso sistema de adormecimiento colectivo en el que vivir es una maravilla, tiene grandes beneficios. Entre ellos, un sistema sanitario de lo más eficiente y altruista. Como debe ser. El caso es que el vigor creador de dichas sociedades se verá castrado por un interés superior: la salud pública. Esto que puede parecer una estupidez, no lo es tanto. Alterados/majaras de todo tipo han parido las mayores genialidades artísticas de la historia. Los mismos alterados que, en caso de que alguno de ellos anduviese entre nosotros, tendríamos bien encerraditos en Conxo, o empastillados hasta la coronilla, o con los servicios sociales prestos a incapacitarlos, etc., encomiable labor profiláctica en cuanto a criterios de salud pública, pero tremendamente contraproducente si pensamos en otras cosas.

- Resultado de todo lo anterior es una actitud ombliguista (folklórico-provinciana de exaltación de ciertas ensoñaciones de origen medieval), de perfil bajo, cutre-ceniza, inmovilista y vomitiva. En nuestro ambiente cultural, la norma, con bien pocas excepciones, son los Ramoncines de la SGAE, los cineastas y demás murga de chupópteros propolíticos, las grandes cúpulas Barceló, mamotretos millonarios con foto oficial de por medio, la exaltación de lo más paleto y rancio de nuestras distintas “sensibilidades históricas”, etc., etc. A Dalí nos lo encerrarían por onanista-fascista, a Picasso por machista-polígamo, a la Generación del 98 por depresivos-fatalistas-decadentes, al Equipo Crónica por filoamericanos, la Movida Madrileña, venga todos para el centro de desintoxicación y a metadona, los del 27 por activistas antisistema, Buñuel por loco de atar, Berlanga y Ciges por División Azul… qué penarama.

Los del jurado de OT (aquí a la izquierda), como bien os podéis imaginar, se han dormido del aburrimiento con la actuación de nuestros representantes artísticos: Siguiente, por favor. Cuando lleguen a casa, irán a Internet a bajarse alguna de Arrabal o de Paco Clavel antes de que los encierren en la Clínica Psiquiátrica…

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...