


Pero no vamos a presentar el lúgubre acontecimiento como arriba decimos. Lo vamos a hacer de la manera inversa. Desconozco el antónimo perfecto de profundizar. Para mí, elevar, subir o ignorar no son más que pobres acercamientos a la idea que yo tengo sobre ello. Nosotros queremos hacer lo opuesto a profundizar en las partículas. Queremos hipo-detallarlas, hipo-describirlas e hipo-conocerlas. Queremos ¿desconocerlas? No, tampoco es eso. Lo que queremos es utilizarlas de una manera creadora, originaria, poco tecnificada.
Con estas partículas hipo-definidas, que nos valdrán para todo, justo lo opuesto que las híper-definidas, que no valen para nada debido a su enfermiza y obsesiva especialización, podremos hacer, al fin, las preguntas de verdad. Las preguntas totales, básicas, ante las que la escapatoria es imposible e inviable. Estas preguntas verdaderas son imposibles de encorsetar en nano unidades de medición. Debemos olvidarnos, pues, de su nano estudio y centrarnos en nosotros mismos y en las preguntas introducidas, encabezadas o presentadas por partículas hipo-definidas. Os advierto que estas preguntas encabezadas por partículas hipo-definidas, si alguien nos las formulase a nosotros mismos, nos dejarían planchados, hechos polvo, para el arrastre, mudos. Totalmente mudos.

Entonces hacemos el experimento con las preguntas presentadas, o encabezadas, o introducidas, por partículas hipo-definidas. Estas preguntas aniquilan las posibilidades de escabullirse, de marear la perdiz, de amagar y escaquearse por parte del interpelado. Prohíben la posibilidad de retórica. También prohíben la posibilidad de tomarle el pelo a lo real. Pasado un mes de la matanza reunimos a varios de los salvados o supervivientes. Frente a frente en la probeta del laboratorio televisivo. Y empezamos con el experimento de las preguntas originarias. En sus respuestas no queremos nada de detalles, preámbulos y digresiones. Nada de híper-justificaciones o discursos coherentes y argumentativos. Nada. Sabemos que toda esa verborrea discursiva es lo mismo que no decir nada.

“Te voy a hacer una Qué/pregunta, total, básica, entera y clara. Sin más circunloquios ni cinismos. ¿Me entiendes, desgraciado? Y quiero que me la Dónde/Cómo/Por qué/Cuándo/contestes de manera total, básica, entera y clara. Sucinta. Sin más circunloquios ni cinismos. Y nada de tramoya ni discursitos infames o ético justificativos de esos que te valían el diploma cum laude cuando eras nuestro líder, y el día de la carnicería boreal aún lo eras, y es que nos lo tenemos bien merecido el que seas como eres de pedazo de miserable porque te aplaudíamos en aquellas reuniones pueriles de jóvenes cachorros del partido en la islita a la que íbamos los elegidos a vanagloriarnos de nuestro gran futuro. Iba a ser hoy, carajo, ahora que sabemos lo que sabemos de ti y de otros muchos como tú y como yo... ¿Me entiendes, desgraciado? ¿Serás capaz, exlíder?...
…estoy esperando tu Donde/Como/Porque/Cuando/respuesta... y no oigo nada. ¿Me Cómo/entiendes, desgraciado? Me quieres hacer el favor de Cómo/responderme, me quieres Por qué/contestar de un santa vez, exlíder… Lo sabía, te has quedado mudo."
No hay comentarios:
Publicar un comentario