Con semejantes mimbres, y como con casi todo, se pueden hacer dos cosas: algo alucinante, o una chapuza. Hotel Terminus es alucinante. Ya os adelanto que “My enemy´s enemy” (Kevin Mcdonald, 2007), en comparación, es una chapuza. Y eso siendo un pseudo-remake del documental de Ophuls, y aprovechándose de lo ya realizado y de la mayor perspectiva que puede dar el paso del tiempo. Pues vaya sucedáneo.
Por Hotel Terminus desfilan, sin cortapisas de tipo alguno, los testimonios de víctimas y verdugos (eso sí, sin acompañamiento kitsch de música de violines para unos, ni trepidencias wagnerianas para otros), miembros de la Resistencia, partícipes de la reunión en la que fue apresado JMoulin, el propio René Hardy (acojonante personaje desarrapado que recuerda a LFCeline), miembros de la Rat Line, espías de todos los bandos que compartieron andanzas con Barbie, cazadores de nazis, encubridores, dictadores, generales, abogados, periodistas, el gaseoso Régis Debray, ministros, el impactante Jacques Verges, etc. Te quedas pegado, sin parpadear. Gloria pura.
Vino luego Kevin Mcdonald y debió pensar: ésta es la mía, no creo que mucha gente haya visto Hotel Terminus. Evidentemente el tema y sus tangencias son espectaculares. Venga documental en el 2007. Venga título fashion: “El enemigo de mi enemigo”. Venga ritmo ágil de video clip, venga buen rollito, venga sólo hora y media de duración, venga acompañamiento de violines cuando salen víctimas, venga trepidencias ocaso/wagnerianas cuando salen los malos, venga superficialidad… vaya patata de peli. Y eso que sistemáticamente sigue el guión de Ophuls, y eso que entrevista (es un decir) a los mismos protagonistas aún vivos.
En el fondo, a cualquiera de nosotros se nos puede tratar como a borregos o como a personas. Darnos todo (mal) cocinado y encapsulado para que traguemos opíparamente, sin esfuerzo ni daño, sin distinguir lo que hemos engullido, o presentarnos las cosas de manera menos cocinada, menos sobada, y que cada cual se cocine sus viandas.
Esto nos lleva por derroteros patético/actuales que trataremos próximamente. La apabullante proliferación de anuncios y propuestas grandilocuentes carentes de cualquier contenido posterior. Como postres espumosos que bajan solos. El estilo videoclip de tres minutos elevado a la enésima potencia. Como si fueran políticadas abstracto-populistas, pero trasladadas al llamado mundo de la “cultura” Sin ir más lejos, la superficial “My enemy´s enemy” se habrá anunciado como: portento de documentación/investigación sobre uno de los episodios más turbios de la historia del S.XX. Y un largo etcétera de epítetos, a cada cual más ostentoso: monumental, sobrecogedora, arriesgada... La realidad: superficialidad y simpleza fashion a cántaros.
Por Hotel Terminus desfilan, sin cortapisas de tipo alguno, los testimonios de víctimas y verdugos (eso sí, sin acompañamiento kitsch de música de violines para unos, ni trepidencias wagnerianas para otros), miembros de la Resistencia, partícipes de la reunión en la que fue apresado JMoulin, el propio René Hardy (acojonante personaje desarrapado que recuerda a LFCeline), miembros de la Rat Line, espías de todos los bandos que compartieron andanzas con Barbie, cazadores de nazis, encubridores, dictadores, generales, abogados, periodistas, el gaseoso Régis Debray, ministros, el impactante Jacques Verges, etc. Te quedas pegado, sin parpadear. Gloria pura.
Vino luego Kevin Mcdonald y debió pensar: ésta es la mía, no creo que mucha gente haya visto Hotel Terminus. Evidentemente el tema y sus tangencias son espectaculares. Venga documental en el 2007. Venga título fashion: “El enemigo de mi enemigo”. Venga ritmo ágil de video clip, venga buen rollito, venga sólo hora y media de duración, venga acompañamiento de violines cuando salen víctimas, venga trepidencias ocaso/wagnerianas cuando salen los malos, venga superficialidad… vaya patata de peli. Y eso que sistemáticamente sigue el guión de Ophuls, y eso que entrevista (es un decir) a los mismos protagonistas aún vivos.
En el fondo, a cualquiera de nosotros se nos puede tratar como a borregos o como a personas. Darnos todo (mal) cocinado y encapsulado para que traguemos opíparamente, sin esfuerzo ni daño, sin distinguir lo que hemos engullido, o presentarnos las cosas de manera menos cocinada, menos sobada, y que cada cual se cocine sus viandas.
Esto nos lleva por derroteros patético/actuales que trataremos próximamente. La apabullante proliferación de anuncios y propuestas grandilocuentes carentes de cualquier contenido posterior. Como postres espumosos que bajan solos. El estilo videoclip de tres minutos elevado a la enésima potencia. Como si fueran políticadas abstracto-populistas, pero trasladadas al llamado mundo de la “cultura” Sin ir más lejos, la superficial “My enemy´s enemy” se habrá anunciado como: portento de documentación/investigación sobre uno de los episodios más turbios de la historia del S.XX. Y un largo etcétera de epítetos, a cada cual más ostentoso: monumental, sobrecogedora, arriesgada... La realidad: superficialidad y simpleza fashion a cántaros.
...Uno coge cualquier revista “seria” en la que inocentemente nos podamos interesar ante la profusión de ráfagas de anuncios estilo videoclip-telegráficos: todo sobre Xxx, o, la mejor selección de Kkk, a tumba abierta con Sss, la lista definitiva de Hhhh, etc., para luego encontrarse con artículos, o documentales, o lo que sea, de tres renglones de obviedades y simplezas que sólo consiguen dos cosas: escandalizar a los interesados en el asunto por las chorradas mix que presentan, o, por si fuera eso lo realmente pretendido, no aumentar ni en un miembro la lista de personas interesadas en el asunto ante lo simple y melifluo de la propuesta… ¿Alguien se ha parado a ver la llamada programación cultural, por ejemplo, de las teles públicas? Con ese pueril estilo videoclip-telegráfico de explicarle la fisión nuclear a niños de tres años… Are you kiddin´ folks?
No hay comentarios:
Publicar un comentario